11/04/2022
Elda Mata: «Hay una infección en Cataluña; o se para, o acaba contagiando a toda España»

EL DEBATE

Elda Mata Miró-Sans (Barcelona, 1953) es la nueva presidenta de Sociedad Civil Catalana (SCC) tras conseguir el apoyo del 99 % de los socios. Uno de sus lemas es la defensa del respeto y el entendimiento entre las diferencias, algo que le inculcaron en el colegio de Gales en el que estudió. Y eso también lo quiere transmitir desde la presidencia de SCC.

–¿Cuáles son los objetivos y los retos que se ha planteado al frente de Sociedad Civil Catalana?

–Potenciar el respeto entre catalanes, y también entre catalanes y el resto de españoles. Y en definitiva, poner en valor al ciudadano para, desde el respeto y la cohesión social, cumplir con el Estado de derecho en Cataluña, que no se cumple. Hay catalanes de primera y de segunda. La Generalitat nacionalista básicamente está al servicio de sus propios votantes, y desde luego no existe neutralidad institucional en Cataluña. Y eso lo único que produce es una división social que empobrece a la sociedad. Las instituciones políticas tienen que estar al servicio del ciudadano para poner las condiciones de convivencia y progreso para las personas, y eso no se da en Cataluña.

–Y, además, desde hace ya bastantes años.

–Sí. Llevamos años sufriendo esta situación, de definición nacionalista de lo que debe ser la vida de todo el mundo, con la exclusión de lo que no sea identitariamente proclive al nacionalismo. Y esto está llevando a que Cataluña sea irrelevante, decadente, con poco futuro, excepto si revertimos la situación. Se puede y se tiene que hacer, con un gobierno constitucionalista y que sea leal al gobierno de España.

–¿No es leal el gobierno de Aragonès? Se dice que el suflé separatista, nacionalista ha bajado un poco, que las aguas bajan más calmadas y que el presidente de la Generalitat hace gestos en esa línea.

–La opinión que sí va calando es de que el suflé nacionalista ha bajado. Pero es una parte de la estrategia para intentar desactivar a la sociedad civil, dejar de ilusionar a la ciudadanía de que es necesario tener un cambio, de que entre aire limpio en las instituciones catalanas, las civiles y las políticas. Están haciendo ver que hemos suturado una herida, pero la infección sigue dentro. Es latente. No he visto que hayamos recuperado derechos que nos conculcaron. Y una prueba es que tenemos que pleitear para poder hablar en español y catalán en igualdad de condiciones en la educación. Hemos llegado a un punto en que consideramos que cuando no quemamos contenedores en las calles, es que las cosas en Cataluña van bien. Y me parece una aberración.

–Bueno, al menos un poco más de paz social sí que se ha conseguido.

–Sí, ¿pero cuántas de las miles de empresas que se fueron han vuelto? Y no sólo no han vuelto, sino que dicen que no se dan las condiciones para ello, para que vuelvan. ¿Esto qué significa? Que los centros de decisión se han marchado a otros lugares de España. ¿Eso enriquece a España? Está muy bien para las CCAA que lo están haciendo mejor que Cataluña, pero empobrece a Cataluña, y queremos tener una España a la altura de los mejores países de la UE. A base de rebajar Cataluña y aumentar en otras autonomías, no solucionamos nada. Estamos donde estábamos. Y el talento, sin las grandes empresas y donde las personas que pueden progresar se van, tampoco se quedará aquí.

–Hablaba de dar la vuelta. ¿Cómo? Con alternativa constitucionalista, sí. Pero el problema es que el voto constitucionalista está disperso, y luego está la abstención.

–Efectivamente. No sólo está disperso. En las últimas elecciones autonómicas el problema es que se quedaron unas 700 mil personas del ámbito constitucionalista en su casa y no fueron a votar. Si lo hubieran hecho, no tenga ninguna duda de que a estas alturas tendríamos un gobierno constitucionalista, que cumpliría con la ley y gobernaría las instituciones desde la neutralidad. Queremos que gestionen bien el dinero y los recursos que ponemos en sus manos. Y hay partidos en Cataluña que lo pueden llevar a cabo, e incluso ponerse de acuerdo para salir en el marasmo en el que estamos y avanzar.

Desde luego un gobierno nacionalista no es un avance para Cataluña. Es una ideología perversa, que necesita un cabeza de turco, que lo que hace es excluir; montar banderas identitarias con la lengua, en lugar de ponerla al servicio del ciudadano, y para nada se corresponde con lo que queremos la mayoría de los ciudadanos. Es evidente que con la ley electoral tenemos unos resultados que no se corresponden con la realidad. Hay más voto constitucionalista, pero al final gobierna con mayoría una coalición nacionalista. ¿Qué podemos hacer? Incidir en la opinión pública, tener una sociedad civil catalana lo más fuerte posible y con máxima exposición a medios.

–Han convertido esta sentencia en un caballo de batalla.

–Una sentencia, que asegura, por cierto, que se hable catalán y español culto. No es de recibo que se diga que como los niños lo hablan en el patio del colegio, ya es suficiente. Si lo fuera, no estaría tan interesada la Generalitat de Cataluña en imponernos el monolingüismo. ¿Para qué? Pues entonces aprendamos el castellano todos, y el catalán, en el patio. ¿Es suficiente? Por supuesto que no. Las lenguas hay que aprenderlas de forma culta, tanto el español como el catalán. Las dos lenguas son oficiales.

–Usted habla de miedo. Y durante los momentos más álgidos del procés se criticó la falta de coraje del empresariado para denunciar. ¿Qué les pasa a las élites catalanas?

–Hay que entender una parte. Normalmente estos empresarios se mueven en un ámbito de la administración, y, al ser identitaria, en muchos casos han dicho: «no comulgo con el gobierno nacionalista, pero si me pronuncio abiertamente, ¿qué hago con las 300 familias que dependen de mi empresa?». Yo lo he vivido en primera persona. Es fácil, cuando uno no entiende la situación de miedo a las represalias, que digas «¿dónde están esos catalanes?» Esos catalanes también te diré que hasta un cierto punto han pensado que esto no llegaría tan lejos.

Nos hemos acabado creyendo la leyenda urbana de que tenemos más seny que los demás. Y desde luego no lo tenemos, ni somos una raza superior. Pero se lo han creído. Y una ideología nacionalista es supremacista.

Está claro que todo lo que pasa ahora forma parte de una etapa, de un proceso de deslealtad que empieza desde el momento en que los catalanes aprobamos mayoritariamente la Constitución y empiezan los gobiernos nacionalistas, con Jordi Pujol al frente, que tiene un programa clarísimo de nacionalización de todas las esferas públicas y privadas, y que se ha llevado a cabo con una precisión germánica. Lo hemos visto a lo largo de la historia, la implantación de sistemas totalitarios a través de la manipulación de los medios públicos. Pero también hemos visto que esa situación también se ha revertido. Por eso no tengo ninguna duda de que habrá un gobierno leal a la Constitución, al Estatuto y a España, que apueste por una Cataluña en la mejor España y en la mejor Europa.

–Es usted muy optimista…

–El nacionalismo cae por su propio peso.

–También hablaba de represalias. Usted, de hecho, viene de Gerona, que es un territorio complicado para el constitucionalismo. También lo es la Cataluña interior. ¿Cómo llegar hasta ahí?

–Se llega con convicción, argumentos y respeto. He recibido un mensaje de una familia que vive en Gerona y que han llevado con discreción que no les gustaba la situación actual, pero me han dicho: «cuando vuelvas a Gerona, hablamos de cómo podemos ayudar». El otro día, hablaba también con un empresario que está esperando a que vuelva para hablar. Un grupo de empresarios que ha llevado adelante proyectos en Europa, Hispanoamérica y ha liderado la mejor España, ahora se reúnen, nos llaman y dicen: «¿cómo podemos ayudar a que esta deriva, este declive, se pueda revertir?».

España es un país que ya sale de condiciones complicadas. Pues Cataluña todavía está peor. Y España necesita a Cataluña. Muchas veces, cuando enviamos nuestro mensaje al resto de España decimos que no es un conflicto de Cataluña con España, es una infección que hay en Cataluña en estos momentos, y o se para, o acaba contagiando a todo el cuerpo, que es España.

–¿Y eso?

–Un ejemplo son los nacionalismos en Baleares o en Valencia. Esperemos que ahí los constitucionalistas vean que si no se pone pie en pared y si no intentamos frenar las cosas que están mal, mirando hacia otro lado, lo único que se va a hacer es empeorar y estar en una situación como la de Cataluña. Y eso es nefasto para toda España.

–Otro de los problemas es la inacción del Gobierno. Un ejemplo es la sentencia del 25 %. Son pequeñas entidades las que piden su ejecución y las que han logrado que se llegue hasta ahí. O el proceso que se sigue en el Tribunal de Cuentas, gracias a SCC.

–Los gobiernos los forman partidos políticos y tienen, al fin y al cabo, sus estrategias. No dudo de que compartimos con los partidos constitucionalistas los objetivos prioritarios, pero tienen sus estrategias y la sociedad civil, otras. Somos complementarios. Y en una sociedad democrática avanzada, la sociedad civil tiene la obligación de fiscalizar qué se ha hecho con nuestro voto. Si los partidos y gobiernos de turno, debido a sus intereses partidistas, y muchas veces faltos de esa visión de futuro y de la España global, no cumplen, tenemos que incidir en representación de los ciudadanos en lo que creemos que se debe mejorar.

–Pero es que en el caso del castellano hay una sentencia firme, y el Gobierno se lava las menos, mientras que la Generalitat dice que no va a cumplir.

–¿Y podemos esperar lealtad de un Govern que está llamando al ‘ho tornarem a fer (lo volveremos a hacer) y que sólo buscar alargar el plazo?

–Pero el Ministerio de Educación no pide que se ejecute la sentencia.

–Creemos que tendría que hacerlo. Pero por si hay alguna duda, nosotros, que formamos parte de la plataforma Escuela de Todos, no dejaremos de actuar. Estupendo si, además, coincidimos. En el tribunal de Cuentas es la Fiscalía la que debe actuar. No me cabe ninguna duda de que hará todo lo posible y llegará mucho más lejos que nosotros, que es su deber aclarar la malversación de fondos. Pero ¿lo dejaremos todo en manos de las instituciones del Estado? Pues no. Estamos aquí por convicción. No vivimos ni vamos a vivir de ello. Lo hacemos por generosidad y por compromiso ciudadano. Y lo seguiremos haciendo.

Si se cumpliera la ley no tendríamos que judicializar, no sería necesario y nos preocuparíamos en mejorar la cultura, la educación, los servicios sociales, en colaborar con las instituciones públicas y políticas para mejorar el nivel de vida de los ciudadanos. Pero cuando nos vemos teniendo que poner nuestro patrimonio para representar a la ciudadanía y defender los derechos inalienables de los ciudadanos, no hay más remedio.

–Estamos hablando de patrimonio personal de los miembros de la junta de SCC.

–Yo creo, además, que con una gran generosidad por parte de las personas que asumimos eso. No hay mayor compromiso que ese, porque no solamente no vivimos de los recursos de los demás españoles, sino que estamos dispuestos a poner nuestros recursos particulares y personales al servicio de la mejor España.

–Y eso se contrapone con otras entidades fuertemente subvencionadas, como Plataforma per la Llengua u Òmnium.

–Es parte del tinglado nacionalista.

–¿Y cómo pueden vivir entidades como SCC, la AEB? Ana Losada, presidenta de la AEB explicaba que buena parte de los recursos que obtienen vienen de los juicios.

–Y también de donaciones. Tengamos en cuenta que las personas que llevamos adelante los proyectos y queremos dar voz e imagen, como desde SCC, lo estamos haciendo con toda generosidad respecto a nuestro tiempo, esfuerzo, sacrifico familiar, e incluso la muerte civil de algunas personas. Pero detrás tiene que haber más apoyo financiero, de personas que se ven en la situación de querer ayudar pero no poder visibilizar su ayuda. Esto desgraciadamente es así, aunque no debería. En Cataluña si aportas dinero a ANC, Òmnium o la caja de resistencia, acabas con una Cruz de Sant Jordi. Aquí tienes que esconderte para donar. Unos luchamos contra los elementos y otros van a favor de viento, de momento. Para los que quieren colaborar, por cierto, pueden entrar en la página web de Sociedad Civil Catalana, que allí se explican las diferentes opciones que hay para hacerlo.

–Pero es una batalla muy desigual. Plataforma per la Llengua se puede llevar un millón de euros en dinero público.

–También tenemos que saber comunicar y trasladar a muchos catalanes. Hay un 15 % que son independentistas convenidos, pero respecto al resto, hay una franja enorme de personas que se han tragado la manipulación de los últimos años y que siguen sin darse cuenta de que lo que están haciendo es la provisión de fondos para que vivan muy bien lo que llamamos aquí la ‘crosta’, una serie de cargos, que evidentemente, van a intentar seguir ordeñando las posibilidades que tienen de los ciudadanos de Cataluña, a base de mantener esa especie de idea de que ‘som un país, y som, y som…’ y ‘nos quieren robar la lengua’; igual que ‘Madrid nos roba’, y necesitan focalizar sobre una mentira. Hay gente de buena fe que ese discurso lo ha comprado. Pero hay que decirles: «señores míos, desde que toda esta patraña está en marcha, ustedes han mejorado su calidad de vida? ¿Sus hijos son más cultos?».

–Otro de los objetivos entonces es desmontar el mensaje, pero también ese lenguaje nacionalista, separatista, que va calando.

–Cuando hablamos de Junts per Cataluña, ERC, CUP, y que están a la greña constantemente, yo pregunto si en algún momento se ha visto que vayan a renunciar a cobrar lo que cobran. Por eso se van a poner de acuerdo siempre. Esto no va de identidad, para la gran mayoría de ellos. Va de cobrar y cobrar lo máximo, y de colocar a los máximos para seguir perpetuándose en el poder y seguir viviendo de lo mismo.

–Y volviendo al tema de la lengua, ¿por qué les cuesta tanto aceptar ese 25 % de castellano?, sólo es una asignatura troncal más.

–Les cuesta porque es su bandera identitaria. Han montado un relato falaz sobre la lengua. Saben que van a perder, sin ninguna duda, y por eso se revuelven. Si tienen que empezar a explicarle a todos los padres, estudiantes y profesores que todo es un montaje y que la lengua es una herramienta que tiene que servir para comunicarse y qué mejor para ello que conocer a fondo también el segundo idioma más hablada del mundo, se les cae el tinglado.

Hay padres que también están por la labor, padres y profesores muy convencidos de la inmersión lingüística.

–Si una cosa hemos constatado estos años es que las personas que votan nacionalismo ven televisión sólo en catalán, y especialmente la pública, que no es neutral. Se nutren y viven en ese conjunto, que es lo mismo. Y no tienen especial interés en abrir su mente porque eso les representaría posicionarse y entrar en contradicción con aquello que dicen de que no hay conflicto en Cataluña. Vivo en Gerona y a mis amistades más nacionalistas les digo: «¿Pero no os dais cuenta de que hay un conflicto entre nosotros? ¿Qué no hemos hablado de esto desde hace 20 años?»

Me acuerdo de que con una amiga mía empezamos a hablar y le dije: «argumentemos. Quiero entender por qué tu piensas lo que piensas, y seguro que tú quieres entender por qué yo tengo argumentos en contra». Al cabo de nada, de comentar dos argumentos diferentes, ya me dijo: «no me digas nada más, no quiero que me convenzas». Y yo le respondí: «te entiendo. Si la semilla de la duda empieza a entrar en ti vas a tener que hablarlo con tu marido y lo que has estado sosteniendo con tus hijos, lo vas a tener que desmontar. Y además, vas a sufrir lo que sufro yo, que es la exclusión de la sociedad que te rodea».​

–¿Están quizás los separatistas mejor organizados, o hacen más ruido porque tienen más altavoces?

–Si tuviéramos unas instituciones neutrales, los medios de comunicación, que no fueran de parte, estaríamos en las mismas condiciones. Y no tengo ninguna duda de que estando en esa igualdad de condiciones, prevalecerían los argumentos que defiende Sociedad Civil Catalana, es decir, los derechos de los ciudadanos y un marco legal de acuerdo con nuestra Constitución y el Estatuto de Autonomía. La inseguridad jurídica sólo trae una decadencia económica tremenda y también división social.​

EL DEBATE. Entrevista: Yolanda Canales.

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